lunes, 11 de julio de 2011

La Voz de CiRa, La VoZ IndíGenA (3ra parte)



Cira es una mujer náhuatl admirable; no sé su edad. Su cuerpo es joven y firme; su voz es serena; sus palabras, claras y fluidas, llenas de símbolos y sabiduría milenaria; su mirada es seria, contundente, amable. Está aquí pero no está; se le siente dividida en dos. Su cuerpo joven nos acompaña; su alma anciana va y viene al  río Altotolco, a las montañas de Tlilapan, a las cavernas, al nacimiento del río Tecámac que se une luego al Moyotempa… a la hidroeléctrica y su amenaza vestida de progreso. 

“Hay gente que se siente desconsolada, desprotegida. Te dicen: `bueno, si la autoridad federal ya dio permiso, si Conagua dio permiso, si el gobernador dio permiso; entonces gente del gobierno viene y dice oye, ¿por qué no has firmado el acuerdo para la represa, por qué le pones piedritas en el camino?´ entonces, ¿de qué estamos hablando?” 

"Desde hace más de tres años fue llegando gente extraña a la sierra; “extranjeros” que tomaban muestras del agua, medían y tomaban notas. Cuando algún representante del pueblo ó el dueño de la parcela invadida, se acercaba a preguntar ¿qué hacían ahí?, la respuesta fue siempre una mentira, un engaño más y la soberbia de siempre: “¿por qué me pregunta?, ¿y usted quién es?, somos del gobierno y venimos a ayudarlos”. 


Fue apenas en noviembre del año pasado, cuando llegaron las máquinas, que supieron del proyecto de la hidroeléctrica: “Nosotros sabemos perfectamente quién es de la sierra y quien no; nosotros no confiamos en la gente extraña; son extranjeros que sólo quieren sacar provecho de los bienes de las comunidades indígenas. No queremos que vengan. ¿Por qué el gobierno permite que a los pueblos indígenas venga gente extraña, gente que no es de nuestra sangre? La energía se la van a llevar a Jalisco y no nos parece justo”

¿Las autoridades municipales saben de la afectación ambiental de la hidroeléctrica?, ¿Conocen el rechazo del pueblo a este proyecto?

El rostro de Cira dibuja una sonrisa que duele; se limpia la frente con la servilleta que Daniel, su marido, le acerca sin que sus ojos se aparten del rostro de Cira: “Yo soy una de esas personas que no me gusta la política porque es sucia y si se eligen a las autoridades, el pueblo lo elige confiando ciegamente que va a defender realmente a las comunidades indígenas pero no es así. Cuando ocupan sus cargos y se deslindan de esa responsabilidad innata que debían tener, uno se siente ofendido, discriminado, relegado porque uno dice ¿entonces de quién me voy a fiar, en quién voy a confiar? pero cuando ya está sentado en la silla del poder… es muy doloroso.” Respira, levanta la mirada y dice con calma: “Significa que ellos mismos están de acuerdo. Si ellos mismos dieron el permiso, pisotearon las comunidades que habitan aquí en la sierra y pasaron por encima de la gente”.

“Antiguamente la gente elegía a sus autoridades por usos y costumbres; aquí una persona se ganaba a pulso un cargo en la comunidad. Se vino a cambiar con la modernidad, eso de nombrar a las autoridades por elección popular y los votos y el IFE y muchos otros que intervienen en este relajo. Pero antes había más respeto, aquí nadie podía pasar sobre la autoridad. Ahora es una pena porque elegimos a las autoridades para que nos defiendan y son los primeros que ponen la soga en el cuello y no se permite ni siquiera hablar. Yo sé que hay que consultar a los pobres. La autoridad de nuestro país está facultada para consultar a las comunidades indígenas para saber si están o no de acuerdo. `¿Estás de acuerdo?´ ¿Cuándo nos consultaron? Nunca; `oye, ¿estás de acuerdo con que una empresa venga?´, porque sabemos que nuestra agua es de las aguas nacionales pero también pagamos impuestos. ¿Cuándo nos dijeron: `mira, esta agua, en un futuro va a estar contaminada, estás de acuerdo? Nunca nos consultaron”


Cira, ¿habrá gente en la sierra que aún crea en la política, en las elecciones, en los candidatos?

“Hay gente que, incluso hasta uno, acude a las elecciones, pero hay mucho ausentismo; mucha gente que ya tampoco cree en la política porque no responde a las necesidades de las comunidades. Se ha comprobado 99% de las veces que cuando necesitan gente se nombren candidatos y hasta te saludan de mano y bien amables. Aparentan ser gente honesta pero luego, cuando llegan al poder, hemos comprobado que no es cierto. Si eso fuera, no se permitiera la entrada de gente extranjera a estas comunidades indígenas. Las comunidades indígenas vivirían otro tipo de vida y no es cierto. Se nos ha acochinado, se nos ha callado muchas veces. `¿Te molestas por eso? Bueno, ahí te va una despensa´. Te cierran el pico. `Me dio una despensa, es buena persona´. Pero ese sistema político ha dañado a las comunidades indígenas en cuanto a sus usos y costumbres.

Un señor que conocí, para llegar a ser autoridad empezó siendo topil, mandadero, sirviente. `Sube, baja, ve al mandado´. Es el primer cargo por el que se empezaba para llegar a ser Presidente Municipal. Nos platicaba que se construyó  el puesto con faenas; estaba limpio;  la gente trabajaba con faenas, se pintaba y arreglaba las escuelas, los empedrados en las comunidades pero todo era por mano de la misma comunidad. Sin pago, sin sueldo y se hacían las cosas. Ellos la reapertura de la carretera Zongolica-Orizaba y otros lugares, se construyeron con aportación comunitaria; toda la gente colaboraba pero nunca se les daba un sueldo ni una despensa. Ahora, hasta quienes dirigen las elecciones reciben un sueldo, las personas que se hacen cargo de la papelería, papeletas, urnas, la gente que va a las comunidades, reciben un sueldo. Hasta los que van representando a los partidos, y antes aquí no era sí. Aquí se castigaba a la gente que no hacía faena. Ahora se está retomando y hay otros lugares donde no se ha perdido. Mi esposo, mis hermanos van los domingos a la faena. Es un día que no vas a trabajar para ti ni para tu familia, vas a trabajar para la comunidad. Chapear camino, pintar una escuela, trabajar en la parroquia.

Se elegía a la persona por sus valores, por respeto, se ganaba el lugar de autoridad; ese lugar se lo ganaba por su conducta y por sus actos.”

El atole y pan de leña están ya sobre la mesa; es tarde y tenemos que madrugar para el foro La Voz del Agua convocado por Cira, la Pastoral Indígena, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales y el centro prodh Toaltepeyolo.

Cira y Daniel saben que empieza una larga lucha contra la modernidad y el progreso; una lucha que se inicia perdida porque el enemigo se construye sobre ruinas y despojos.  Ellos apelarán a la memoria colectiva del pueblo náhuatl de Zongolica, a su amor a la tierra, al agua, al bosque, a sus tradiciones; son su única arma. 

El gobierno estatal ha otorgado concesiones para la construcción de 112 pequeñas hidroeléctricas como la de Zongolica, y que beneficiarán a empresas privadas nacionales y extranjeras.