¡Hoy es el cumpleaños del compositor del Segundo Himno Nacional Mexicano y su tumba está en el abandono!
Este texto lo publicamos hace unos meses en un medio d difusión local y le escribimos a todos los periódicos para hacerles saber lo q descubrimos...nadie nos hizo caso....sólo La Jornada publicó el hallazgo pero hasta el momento nada más...aqui les va la crónica:
A los buenos amigos y amigas nos unen las coincidencias; dos personas que coinciden en el gusto por la música, por cierta comida, algún escritor favorito, ciertos destinos para vacacionar, ideología política etc.; esas coincidencias hacen a los grandes amigos; buenos equipos; cómplices. Nosotras coincidimos, entre otras cosas, en nuestro gusto por el “Huapango de Moncayo”. Después del Fraude Electoral del 2006, cada vez que nos hemos reunido en el Zócalo del DF, el Huapango ha sido el telón de fondo y, créannos, casi 3 millones de personas y el Huapango juntos, hacen una combinación no apta para cardiacos; además, la mayor parte del trabajo audiovisual - documentales, videos - creado por la sociedad civil y a nombre de la Resistencia Civil Pacífica la incluyen. El Huapango visto desde esta perspectiva, es el estandarte de una nueva ciudadanía; una ciudadanía más consciente, más despierta, que exige sean respetados sus derechos. A partir del 2006, el Huapango tomó su segundo aire, un aire reivindicativo, nacionalista y representativo de una comunidad política organizada. En fin, el Huapango significa para cada una algo importante a nivel individual pero también como comunidad organiza, por eso, este principio de año 2008, nos hicimos el propósito de ir a visitar su tumba, la tumba de Pablo Moncayo y llevarle flores a un mexicano que con su música se hizo universal. Una vez planteado nuestro primer propósito del 2008, necesitábamos saber dónde está sepultado Pablo Moncayo. Haciendo uso del mayor beneficio que nos ha dado la era de la globalización, el Internet, nos echamos un clavado en la web y no fue difícil encontrar el dato; existe en el cyber-espacio mucha información del músico mexicano; ahí encontramos que su tumba está en el Panteón Español. No es difícil llegar al Panteón Español, haciendo uso del Metro te bajas en la Estación Panteones e inmediatamente saliendo, está la puerta de entrada al panteón; es imponente: Un amplio estacionamiento y un arco con el nombre “Panteón Español” en hierro forjado fue lo primero que vimos. Existe una oficina de información a la que un policía de seguridad amablemente nos dirigió, solicitamos la “dirección” de la tumba de Moncayo:
Cuartel XIV, Fosa 725.
El Panteón es inmenso y para llegar a la fosa tuvimos que caminar casi hasta el fondo del lugar; en nuestro recorrido nos topamos con apellidos rimbombantes de los españoles adinerados de la época del Porfiriato; los mausoleos son impresionantes; la arquitectura simula el estilo porfiriano; mucho mármol, mucho hierro forjado, cristales biselados; estatuas de ángeles y arcángeles; dioses crucificados; la Piedad llorando a su muerto; sin exagerar, en este panteón, existen mausoleos y capillas familiares más grandes y más caras que muchas casas del Infonavit!!! La primera parte del lugar es sin duda, la parte de los ricos: Lascurain, Aguinaga, Aguirreburualde, Maruiz i Mayorga, Doria Monterrosso, Díaz y Díaz. Pasando la primera mitad del panteón, hacia el fondo, entrando al área de los Cuarteles la cosa cambia. Ahí las tumbas se van haciendo más pequeñas; el lugar empieza a tomar un aire más clase-mediero pero sin perder las características de un panteón tradicional como nosotros lo conocemos; cruces, lápidas, y tumbas individuales. Al percatarnos de esa diferencia nos reímos recordando la canción de un grupo español muy conocido en la época del los 80’s, Mecano y su canción “No es serio este cementerio” donde se hace una crítica muy simpática al status que se guarda hasta la muerte; la canción dice mas o menos así: “que aunque el juicio final nos trate por igual aquí hay gente de rancio abolengo”. Siguiendo con nuestro recorrido llegamos a la zona del Cuartel XIV, ubicadas en sus límites dimos vuelta hacia la derecha y empezamos a buscar los números de las tumbas: fosa 620, caminamos más; fosa 680, seguimos caminando; fosa 700 –pese al frío, tanto caminar nos hizo entrar en calor, además, íbamos emocionadas! - fosa 715 –ya mero llegábamos- fosa 724; fosa 726; nos detuvimos en seco:
¡aquí falta la fosa 725!, ¿dónde está la fosa 725?
El lugar de la fosa 725 donde está enterrado el cuerpo de José Pablo Moncayo estaba ocupado por hierba y más hierba. Entre la fosa 724 y la 726 sólo encontramos un espacio abandonado, ni un numerito, ni un letrerito, ni una lápida; mucho menos una tumba.
¡Moncayo está en un pedazo de tierra abandonada¡ ¡No lo podíamos creer!
Por nuestra mente, de golpe, pasaron los momentos de felicidad que nos ha regalado Moncayo; pensamos en la Hora Nacional que durante tanto tiempo usó la melodía; pensamos en la cantidad de personas que consideran el Huapango como un segundo Himno Mexicano; recordamos la innumerable cantidad de veces que ha sido interpretada en todo el mundo por los más afamados directores, pero a Moncayo, a su tumba, nadie la recuerda. Está en el olvido.
Entre tantos sentimientos encontrados, nos asaltó una duda esperanzadora; ¿y si estábamos equivocadas y Pablo Moncayo había sido trasladado a la Rotonda de los Personajes Ilustres y al señor de la administración se le olvidó darnos el dato? Claro!! Esa era la respuesta. De cualquier manera, no queríamos dejar la oportunidad de estar ahí sin llevarnos un recuerdo de aquel momento y tomamos algunas fotos. De nuevo en la administración preguntamos que cuando se habían llevado los restos de la tumba 725 a la Rotonda. “Si la hubieran movido, estaría en los registros”- contestó. “Ahí siguen los restos de Moncayo” Nos quedamos mudas… ya no había duda; Moncayo estaba ahí.
De verdad que el momento daba para toda una reflexión filosófica, sobre la muerte y la vida, sobre las obras inmortales y el olvido, sobre el arte universal y la muerte individual…sobre todo eso, la pequeña, pequeñísima muerte individual…esa, a la que Moncayo había sido condenado.
Que paradójico, todo mundo lo oye, pero a nadie le importa. En silencio cruzamos la imponente puerta de hierro forjado y caminamos hacia la entrada del Metro. ¿Y qué sigue después de esto?, ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados?, ¿No va a pasar nada? Pues No, ¿qué podíamos hacer dos simples mortales al respecto? Nada.
....pese a q muchos conocedores consideran al músico como uno d los compositores más importantes del siglo XX...esta es otra cara d la realidad...y también es cierta....tristemente cierta...
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