miércoles, 10 de febrero de 2010

"Mandar Obedeciendo" pOr uNa ViDa SuStenTaBLe


foto mononeurona

Abstract:

Desde la perspectiva de larga duración histórica, el levantamiento zapatista de Chiapas que irrumpió el 1 de enero de 1994 se inscribe en el amplio marco de la historia de resistencia de los pueblos indígenas de México desde la Conquista española hasta el día de hoy: representa una lucha contra la explotación económica, social y cultural del capitalismo. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (Ezln) se inspira en el zapatismo histórico de 1910 (defensa de la tierra, autonomía cultural), pero con distintas estrategias de lucha (la palabra y el Internet) para exigir “libertad, democracia, justicia y paz con dignidad”, por “un mundo donde quepan muchos mundos”. Bajo el concepto del “mandar obedeciendo”, contrario al mando vertical de la lógica capitalista, del dinero y del poder, proponen el consenso comunitario, la asamblea como máxima instancia del poder comunal. Al cabo de 15 años se ha afianzado como un movimiento social antisistémico que lucha contra la expoliación de los trabajadores y la negación de los derechos humanos que genera el sistema-mundo capitalista. A esta novedosa forma de hacer política “desde abajo”, se adhieren grupos, comunidades y pueblos de resistencia antisistémica en México y el mundo. Ante el fracaso del desarrollo capitalista, depredador de toda forma de vida en el planeta, los zapatistas mayas, afianzados en la sabiduría de sus antepasados, nos proponen el camino que caminan: el futuro del mundo es lo sustentable.


Cuando una mujer avanza, ningún hombre retrocede (Caracol de Oventik)

La universalidad del neozapatismo no se podría comprender sin el papel que desempeñan las mujeres al interior de las comunidades indígenas. Ellas libran una doble lucha: al exterior, junto a los hombres, combinan las demandas de redistribución económica con las de reconocimiento y no exclusión; al interior, como mujeres indígenas zapatistas, “luchan también por temas económicos respecto a la subordinación de género (poder heredar la tierra, cobrar iguales salarios), y culturales (no ser discriminadas como seres simbólicamente inferiores a los hombres)” (Rovira, 2009: 59).

La Mayor Insurgente Ana María estaba a cargo de la tropa que tomó San Cristóbal de las Casas el 1 de enero de 1994; la Comandanta Ramona participó en las mesas de negociación con el gobierno a partir de febrero de ese mismo año y es un símbolo de lucha dentro del movimiento; la Comandanta Esther tomó la palabra ante el Congreso de la Unión en 2001. La participación de las mujeres indígenas en cargos de responsabilidad armada del EZLN y en la organización civil de las comunidades, además de la Ley Revolucionaria de las Mujeres dada a conocer desde 1994, ha generado expectativa, pero sobre todo un replanteamiento indigenista y feminista.

Según Giomar Rovira, “las ONGs de mujeres mexicanas y extranjeras han llevado –a Chiapas- proyectos dirigidos a las mujeres indígenas y han cuestionado su propio papel” (Rovira, 2009: 60). Colectivos de mujeres migrantes en España, de mujeres maltratadas, prostitutas y amas de casa de Londres y Estados Unidos, de pedagogas y psicólogas dominicanas, peruanas y argentinas; revistas dirigidas por mujeres como Marie Claire de Francia o Debate Feminista, dirigido por Marta Lamas en México, han publicado manifiestos y reportajes sobre las mujeres indígenas zapatistas, pero también han reivindicado la participación de las mujeres de todo el mundo en la lucha contra la dominación masculina del capitalismo.

(Extraído de la Ponencia: "Mandar Obedeciendo" Por una vida sustentable. De Verónica Caraza y Gualberto Díaz. Disponible en: Mi Libreta Roja)

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