miércoles, 8 de junio de 2011

La VoZ deL AgUa (1ra parte)

No he encontrado definición más clara y contundente del significado “dignidad” que la que me dan los ojos de una mujer indígena. La dignidad es sobria, penetrante, contundente. Difícil verla a los ojos sin sentir el impulso de mirar hacia otro lado; un llamado, un recordatorio… una memoria latente.

Así mira Cira, una mujer nahua nacida en la Sierra de Zongolica que convocó al pueblo y a organismos no gubernamentales para oír la palabra del agua: “La Voz del Agua” como ella decidió que debía llamarse el foro, “porque el agua no tiene palabras, el agua tiene voz y necesitamos oírla”. La cita era el domingo 5 de junio en la Iglesia del Calvario, en el corazón de la Sierra, en la cabecera municipal de Zongolica.

Zongolica. Sí, de donde era Ernestina Asencio; aquella mujer indígena, pobre, anciana que murió  luego de ser violada por elementos del ejército mexicano –según las versiones de familiares y testigos- pero que, oficialmente, murió por causas naturales

Zongolica. El segundo municipio más pobre del país gracias a que, entre tanta miseria, el gobierno federal implementó el programa Piso Firme aunque para ello, obligara a los habitantes a pagar el traslado del material hasta sus hogares. Zongolica, gran atractivo por la inmensa riqueza natural que, durante siglos, ha sido respetada y amada por los pueblos originarios de esta imponente región. 

Escuchar la Voz del Agua a través de Cira, de hombres y mujeres de gran sabiduría; mirar en ellos la dignidad trastocada, enfurecida; degustar un atole y un pan de leña calientes con sabor a tierra y a tiempo. Era el llamado a la memoria y no podíamos dejarlo para mañana. Salimos el sábado por la tarde y, al llegar, ya estaban Cira, Daniel su esposo y dos de sus hijos, “los más pequeños”, esperándonos para compartir con nosotros la angustia y la tristeza  de ver cómo, la más grande riqueza que aún poseen algunos pueblos indígenas, se les está escapando de sus manos y no están dispuestos a la resignación. 
 
“Ya desde el 2008 se rumoraba que querían traer a la Sierra un megaproyecto pero las gentes no sabían de qué se trataba; ya en esos tiempos había gente que quería vender sus terrenos pero había más gente interesada en comprar. Gente que no es de la Sierra, y ni siquiera los verdaderos interesados sino gente mandada por ellos que vinieron a convencer a la gente para que venda. Quienes vendieron ahora están arrepentidos porque ven la destrucción que están provocando” Se trata de terrenos de una amplia región de la sierra y que comprende tres municipios: Texhuacan, Zongolica y Mixtla en los que la empresa privada “Electricidad del Golfo S.A.” quiere construir una mini-hidroeléctrica; terrenos por los que paga $7 el metro cuadrado. “Son tres zonas, arriba quedará la represa, en medio, la cortina y abajo quedarán instaladas las máquinas de la represa, de esta instalación.  Los dueños de estos terrenos los tenían muy bien cuidados porque reforestaban, eran terrenos de siembra y ya no habrá. Tumbaron árboles maderables, árboles frutales, sembradíos de café. Abajo, ambientalmente es un lugar muy bonito, el Coxole (Cascada el Coxole, agua gruñe) ahí había árboles frutales, mango, aguacate, plantaciones de café. Ya quedó pelón, deforestada y mucha gente que le gustaba ese lugar, ya no queda nada de él. Era una joya de Zongolica”.

La Madre Tierra, venas y sangre.

Los tres municipios afectados son cruzados por el río Altotolco: “Ahora, nosotros tenemos una creencia. Si sobre un río uno se pelea, ese río desaparece, esa agua se esconde y se esconde porque es para nosotros los habitantes de Zongolica; es la madre tierra, entonces sus venas son sus ríos y su sangre son las aguas que circula por esos ríos. Entonces cuando unos se pelea sobre lo esencial de nuestra vida, entonces eso desaparece, se esconde.” 

“Cuentan, que ese río de por sí le traen ganas desde hace tiempo. Yo no estoy vieja pero yo he hecho algunas investigaciones y dicen los abuelos que sobre ese río, ya hace muchos años, querían separarlo, querían dividirlo de más arriba y entonces ese río, no se dejó, por naturaleza no se dejó y volvió a su lugar de origen. Ahora sí, en la cosmovisión indígena es muy especial. Ojalá que los que compraron ese río, que los que están construyendo, ojalá el dador de la vida, nosotros le decimos Tlalocan (El Tlalocan en la mitología náhuatl era el paraíso del dios de la lluvia, el gran Tlaloc) Tlalocan Nana (Madre Tierra) y Tlalocan Tata (Padre Tierra) no sea que les vaya a hacer una jugada y el río se vaya a esconder porque no está bien que nosotros nos estemos peleando por ese río. Nosotros queriendo defenderlo, los nativos de aquí, y los de la empresa y el gobierno queriendo jalar agua, como decimos nosotros, agua para su molino”.

¿Por qué, a pesar de una creencia tan bella, hay personas que han decidido vender?, ¿por qué aún teniendo estos conocimientos, hay personas que apoyan la construcción de la hidroeléctrica?

“No hay mucho que decir sobre eso porque… (silencio)… da lástima verlo de esa manera porque ciertamente las creencias pareciera que las estamos haciendo a un lado por… por dinero. Desde el momento en que la gente se atrevió a vender la herencia de sus antepasados, y mal venderla, no sé si sea cierto pero yo me enteré de un señor que vendió su terreno a 150mil pesos, decía que ya no quería vivir en el rancho, “me quiero ir a la ciudad” fue y con ese dinero iba a comprar una casa, no le alcanzó pero acá en la región tenía agua, arboles, tierra. La tierra negra es la más fructífera, flores, quelites, lo tenía todo. Se ve como una cuestión económica. “Ya no me interesan los usos y las costumbres, a mí me interesa vender” decían y como nunca en su vida ha visto 100mil pesos, aquí te compran en enganches, qué tal si te lo pagan de un jalón. Ves el dinero y es mucho. Pero eso se gasta. Un terreno que pasó por tus manos pero ese no es tu terreno, fue de tu abuelo, bisabuelo, acá se tiene la costumbre que la tierra no se vende muy cara pero la tierra no se debe vender porque es parte de tu vida. Porque tú estás viviendo en esa tierra y luego van a vivir tus hijos, toda tu descendencia, no la puedes vender porque entonces se pierde un pueblo. ¿Por qué vamos a permitir la invasión de gente extraña? De la noche a la mañana llegaron y se apropiaron de tierras buenas, con agua, y la tierra vale por el agua. De la noche a la mañana pasan a ser de gente extraña”. 

Cira está dispuesta a luchar por la tierra, por la comunidad indígena a la que pertenece, a hablar con cada uno de los habitantes de Zongolica si es necesario, para así evitar una tragedia que ya viven otras comunidades en varios puntos de la geografía mexicana. 

Cira habló y habló con la sabiduría que le fue heredada de sus padres, de sus abuelos; con la serenidad que le da tener la razón en cada una de sus palabras; con la cabeza bien levantada y su mirada digna. 

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