sábado, 2 de agosto de 2008

dE cAmpAÑaS y LucHadOReS sOciaLes...

La televisión está plagada de campañas publicitarias; antes, durante y al final de cualquier programa, las marcas, nos dejan ir mensajes para convencernos de consumir sus productos. Una campaña de publicidad tiene por objeto vender, vender, vender; es presentar un producto como el mejor de su especie; para ello, nos hablan de las bondades que ofrece y nos envían frases inolvidables: "es la chispa de la vida" (coca-cola), "nadie puede comer solo una" (sabritas), "el pan de la gran familia mexicana" (bimbo), "recuérdame" (gansito) y muchas, muchas más. Como su objetivo es vender, no decir verdades, jamás oiremos a la coca-cola decir que su producto provoca diabetes; a sabritas, que hace a niños obesos o, al gansito marinela advertir que él es más fregón que los dos anteriores ya que provoca diabetes y obesidad; no pensamos, tampoco, que llegue el día en el que bimbo declara que,por su culpa, en la mayoría de las ciudades de México, se ha perdido la tradición de ir a la panadería de la esquina a comprar una concha o un bigote.



Así como las marcas hablan taaan bien de ellas mismas y mienten, los políticos hacen campañas para que nosotros, los ciudadanos, los compremos, les demos nuestro voto, pero no nos dicen que son incapaces, corruptos y mentirosos. En campaña, el candidato a cualquier puesto político, se vende con frases prefabricadas que, la mayoría de las veces, distan mucho de lo que realmente son o piensan: “para que vivamos mejor”, “el presidente del empleo”, “por el bien de tu familia”, “el equipo ganador”, “una nueva era”, etc. El chiste es vender; ganar.




En el 2000, México vio la gran oportunidad de sacar, por fin, al PRI del poder y vimos en escena a un personaje alto, carismático, buen candidato, con un lenguaje popular; que salía en televisión con casi un aura y campanitas de fondo; que prometía un verdadero cambio; desarrollo; riqueza… un luchador social.


La “etiqueta” de Luchador Social, vende!!


Todos nos imaginamos a un ciudadano comprometido con las causas justas, humanitarias, de las clases más desprotegidas; a un Robin Hood que quita a los ricos para repartir con los pobres; a un individuo vestido de militar con boina negra al estilo Che Guevara o con pasamontañas como Marcos; un misionero. Pero NO… no es un luchador social… el personaje en cuestión es un político.


William Izarra, intelectual venezolano, establece bien la diferencia entre ellos: El político busca, con el voto, el poder para imponer su voluntad a los demás. En cambio, un luchador social intenta dirigir este poder hacia la realización del bien común. “El pragmatismo calculador y clientelar es la ideología del político. Solo el poder abstracto, crudo y puro, es su leiv motiv. La del luchador social es el consenso, la búsqueda de los liderazgos en todos los estratos sociales de la comunidad”

El político –como los que conocemos en México- no tiene una línea general de conducta, no respeta una ideología (ni la tiene); cambia su postura y sus slogans para ajustarlos a las nuevas circunstancias aunque sean contradictorias a lo que nos ofrecieron en campaña. Al político, le gusta desacreditar a la oposición; justifican su ineptitud responsabilizando a quienes no piensan como él.

Quien se vendió, en campaña, como luchador social -pero no lo es- llega al poder y enfrenta la desilusión de la sociedad, provoca rabia y frustración; el político utiliza la violencia, la fuerza bruta, la violación a los derechos humanos (como la manifestación o la libre reunión) contra los ciudadanos que, en pleno uso de sus facultades, que ahora le exigen cumpla todas las mentiras que prometió en campaña.
El Rey desnudo… a falta de argumentos, el garrote.

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