martes, 23 de junio de 2009

VoTo NuLo, VoTo ÚtiL, VoTo DiGnO

A favor de la Anulación del Voto el próximo 5 de julio, se han pronunciado personajes públicos, académicos, intelectuales, agrupaciones civiles y ciudadanos de diversas corrientes ideológicas; no es exclusivo de la izquierda, tampoco de la derecha. El sistema político, electoral y partidista actual ha desencantado por igual a quienes se creyeron el peligro para México en el 2006 que a quienes estamos convencidos que existió fraude electoral. Han sido las Instituciones quienes han invalidado nuestra única posibilidad de aprobar o rechazar el quehacer de la clase gobernante; son ellos quienes ya, en repetidas ocasiones, han anulado nuestra voluntad, nuestro voto.

Hoy, cuando sienten que un sector de la sociedad puede poner en peligro su legitimidad, se asustan y afirman –a gritos- que somos nosotros, y no ellos, quienes ponemos en peligro a la democracia.
Quienes nos identificamos con la ideología de izquierda, no nos podemos plantear la posibilidad de votar por el PAN: un partido de ricos que trabaja para los grandes empresarios nacionales y extranjeros, un partido que luchó durante décadas para sacar al partido hegemónico del poder y, cuando lo consiguió se convirtió en su clon, un partido que defiende la libertad de mercados pero prohíbe y cohíbe las libertades individuales. Tampoco podemos dar nuestro voto al PRI: un partido con gobernantes como Mario Marín, Ulises Ruiz, Eduardo Bours, Peña Nieto, violadores sistemáticos de los Derechos Humanos y que jamás serán juzgados gracias a sus alianzas con el PAN. ¿El PRD? Un partido que se ocupa más en destrozarse a sí mismo que en comprometerse con quienes lo convertimos en la fuerza política más importante desde el 2006; el partido del fraude: cuando no lo comenten en su contra el Ife o el Tribunal, se lo hacen a ellos mismos.


Los tres principales partidos son distintos en cuanto a ideología pero muy semejantes en sus prácticas mientras que los partidos jóvenes, se dedican a buscar alianzas convenencieras que les permiten vivir como reyes a costa de nuestros impuestos. Como afirma Diego Valadés (ex Ministro de la Suprema Corte) ninguno de ellos ha defendido al Estado laico ante la ofensiva del clero; “ninguno ha denunciado que avanzamos hacia un Estado policial; ninguno ha rechazado con firmeza las restricciones a la libertad de las mujeres adoptadas por casi la mitad de los Congresos locales del país; ninguno ha impulsado el seguro de desempleo aunque todos dicen defender a la sociedad”.
En estas circunstancias, ¿por quién votar?


José Woldenberg, sociólogo y ex Consejero Presidente del IFE nos sugiere que votemos “por el menos malo” a lo que la politóloga Denise Dresser responde que eso dar nuestro aval “a un sistema que debe ser cambiado desde afuera, ya que nadie lo va a hacer desde dentro. Votar por el menos malo equivale a decir que México no puede aspirar a más”. Para la periodista y escritora Lydia Cacho, Votar por el menos malo es el peor de los votos ya que, “mientras los periodistas arrojan luz sobre las élites en el poder causantes de la descomposición del país, la sociedad se indigna y las élites se ríen”. Como bien afirma José Antonio Crespo, Maestro en Sociología y miembro del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas) “votar por el menos malo es comprar la fruta menos podrida del mostrador, en vez de simplemente no llevar ninguna ese día”.

Cuando las diferencias ideológicas -que sí existen- entre los partidos políticos podrían inclinar la balanza y la intención de voto hacia alguno de ellos, a interrogantes que plantea Crespo como “¿cuál partido es más confiable: cuál es menos corrupto; cuál está más comprometido con el país; cuál toma más en cuenta a los ciudadanos; cuál es más proclive a acotar los privilegios y presupuestos partidarios; cuál ha combatido la impunidad?” la respuesta es contundente: NINGUNO.
Para un sector de la sociedad, una salida, una posibilidad de hacer escuchar nuestro repudio a los partidos políticos, al Ife, al Tribunal, al “gobierno del empleo”, es la Anulación del Voto. Tachar la boleta completa, dejarla en blanco, escribir un mensaje: Esperanza Marchita, Así No, Basta Ya o el nombre de alguien es decirles “no soy tu cómplice”. Dice el poeta católico Javier Sicilia que la anulación responde al “pudrimiento de la vida política: lo político reducido a la corrupción de una clase parásita que le cuesta demasiado a un país empobrecido por ella”. Desde luego que a los poderes fácticos y políticos no les gusta la anulación, saben que es una especie de plebiscito en la que los ciudadanos reprobamos su papel.

Dice Vicente Fox que la anulación es una estupidez; el Ife afirma que la anulación no le hará ni cosquillas a los partidos; Germán Martínez dice que la anulación es una estrategia de la izquierda radical; López Obrador que la promueve la Mafia; la Iglesia dice que anular es ilegal. Mientras tanto, según una encuesta publicada en el Diario Reforma del 17 de junio, la anulación puede llegar al 15%. Según la encuesta de Ulises Beltrán, publicada en el Excelsior del 15 de junio, 7% de quienes votaron por el PRD en el 2006 han migrado a la posición anulista: los independientes, los jóvenes y el electorado con mayor educación.




“El voto blanco es una acción ciudadana, un acto de libertad, una rebelión pacífica, un acto de congruencia, un acto de civismo”
Lydia Cacho.

“Porque la corrupción política me provoca una náusea incontrolable, he decidido anular mi voto”.
Sergio Aguayo.

"Para políticos nulos, un voto nulo”
José Antonio Crespo.

“A la izquierda se le permite contender en las elecciones, pero no ganar” Lorenzo Meyer.

“Somos los del voto nulo. No tenemos pastor y no somos corderos”
Jacobo Zabludovsky

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